México – Washington

Hay muchas maneras de ir desde México ciudad a Washington DC. Por ejemplo cogiendo uno de los dos vuelos diarios de 4h y 30 minutos operados por United y Aeromexico, uno a las 10 de la mañana y el otro a las 6 de la tarde. Pero quien quiere estar casi 5 horas sentado en un avión sin hacer nada? Es mucho más divertido tardar 20 horas, coger 4 aviones y hacer un poco de ejercicio entre avión y avión. Esta historia empieza a las 5:10 de la madrugada cuando el taxista para discretamente frente a la puerta de casa y los perros se desperezan, se despiertan y piden al vecindario que se una a ellos para darle la bienvenida. Llama a la puerta y salgo, abro la primera puerta amenazando al gato con la mirada para que no saliera, la cierro. Abro la segunda puerta despidiéndome de los perros, que han comprendido que es una fiesta privada, con unas palmaditas y cierro la segunda puerta. El taxista ya tiene el maletero abierto, dejo la mochila, me siento y veo que no tienen el taxímetro encendido así que le pregunto cuánto va a costar. 210 pesos (12€) por un recorrido de 15 minutos a las 5 de la madrugada está bien. Me pregunta la terminal, no tengo la más remota idea, no lo pone en el email de confirmación, le digo la aerolínea, el destino y me para frente a la terminal 1. Doy gracias por la sabiduría inmensa de los taxistas. Justo en frente a la puerta tengo las máquinas para sacar el billete, pongo mi código, me pide que escanee mi pasaporte y me sale un aviso para que pida asistencia. Lo hago con mi mejor sonrisa matutina. La señorita me pregunta por mi VISA. Visa? La tarjeta visa con la que he pagado? No, no la visa. Mi cara de «me estas hablando en chino» y su cara de cansancio no hacen una gran combinación y se empieza a desesperar. Le pido disculpas pero no tengo la más remota idea de que me habla. El Visado? No!!!! La visaaaa…. Ni puñetera idea. De verdad, lo siento mucho pero no sé de que me habla. Empiezo a sacar las tarjetas de crédito, sólo una de ellas es VISA (las otras dos son Mastercard) y no he pagado nada con ella en un año. Empiezo a pensar que se puede pronunciar como VISA que no sea una tarjeta: Viza, visha, vicha, biza, bicha, bicho, bicharraco!?!? No se me ocurre nada. Al final se le ilumina la bombillita y me pregunta si tengo ESTA. El permiso para entrar en Estados Unidos. Le digo que sí y dice que estoy exenta de eso que todavía no he comprendido que es. Aprieta un botón y se imprimen mis tres billetes con los que voy al mostrador: México – Miami – 2 horas de espera- Orlando – 3 horas de espera – Washingon me confirman que tengo que recoger la mochila en Miami para pasar la aduana y volverla a dejar. He llegado con tiempo así que me da tiempo a sentarme en un Starbucks, recorrer las terminales, ponerme en la cola, salir de la cola para gastar las últimas monedas en una botella de agua con sabor y dejar que el vuelo salga puntualmente.

Primer vuelo: México – Miami. Durante el vuelo me ofrecen bebidas gratis pero estoy tan cansada que abro un ojo, veo el carrito y lo vuelvo a cerrar. Si me ofrecen vuelos gratis para el resto de mi vida no me he enterado. La llegada es puntual, por un lado salen los estadounidenses, canadienses y los poseedores de ESTA y por el otro lado el resto. Desde policías estadounidenses a pasajeros por todo los lados se escucha castellano con acento cubano. Me meto en la cola de poseedores de ESTA, donde hay una línea de máquinas que te dicen si eres guapo o no. Pongo mis datos y me dicen que no soy lo suficientemente guapa, me ponen una cruz en el papelito y me envían a la cola de repudiados. Miro a mi alrededor y veo varios pasaportes estadounidenses así que la cola no debe ser para que me exporten del país. Poco a poco me voy acercando a seguridad donde me miran la cara y me preguntan de dónde es mi pasaporte, dice que no es común ver pasaportes españoles en Miami a estas horas y me dejan pasar. Tengo un blashback de la frontera de Perú donde taparon el nombre de mi pasaporte con la mano y me preguntaron «¿Cómo te llamas?» A pesar de la tentación de decir «Pepita de los palotes García, con acento por favor» respondí correctamente. Cojo la mochila y con ella me voy a la nueva cinta transportadora, mi mochila ya se va a Washington con o sin mí. Me dirijo hacia el segundo avión, llego justo a tiempo para embarcar.

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Segundo vuelo: Miami – Orlando. Subo al avión, me toca la ventanilla así que puedo ver el despegue y el aterrizaje. No tengo a nadie en el medio y en el pasillo hay un señor de mediana edad que parece no haber subido nunca a un avión. Nos piden que nos abrochemos los cinturones, que pongamos nuestro respaldo en posición vertical, mesillas dobladas, empiezan las explicaciones de emergencia. Y esperamos que el avión se ponga en marcha, y esperamos, y esperamos y seguimos esperando y esperamos durante media hora, una hora, una hora y media, dos horas…. Nos dicen que hay un problema con no sé que, miro el reloj, me quedo dormida, cuando despierto ya estamos en el aire. Vuelvo a quedarme dormida hasta que veo Orlando por la ventanilla, muy verde, muchos lagos, muy bonito. Miro el reloj faltan 45 minutos para que salga mi vuelo de conexión, el avión da vueltas sobre el aeropuerto, 40 minutos. El avión se prepara para el descenso 30 minutos. El avión desciende y aterriza 20 minutos. Señores pasajeros por favor tomen asiento y abróchense los cinturones hasta que el avión se haya parado completamente. Por favor, siéntense en sus asientos o el avión no se puede mover. Mirada asesina. A 15 minutos de mi siguiente vuelo abren las puertas, salgo disparada, cojo una lanzadera, me equivoco de salida y vuelvo a pasar por seguridad, tiro la botella de agua y paso de largo toda la cola, cojo otra lanzadera. A 2 minutos de la salida de mi vuelo llego jadeando al mostrador y escucho como un pasajero se queja porque no le van a dar el asiento VIP, el cartel luminoso sobre la asistente dice: «Avión despegado» agrrrrr gruño mientras me piden disculpas 40 veces. Me recolocan en un vuelo hacia Washington pero tengo que cambiar de avión en… Miami! Mientras me rio aparece un señor que ha perdido el mismo vuelo, no será el último. Tenemos exactamente 30 minutos para llegar al siguiente vuelo. Preguntamos por nuestras maletas facturadas nos dicen que llegaran a Washington en algún momento con algún vuelo. Nos convertimos en compañeros de viaje, es de Granada ese país enano en el Caribe y está bastante más preocupado que yo por sus maletas, intenta ir a preguntar por ellas pero al rato vuelve para no perder el avión. Tercer avión: Entramos al avión los dos juntos, nos sentamos en filas así que paso delante. Nada más entrar reconozco a la azafata que me pide disculpas 55 veces, y un par más durante el vuelo, me hace fijarme que este es otro avión, más nuevo, dice. Esta vez tengo pasillo, intento ver la peli pero los auriculares no funcionan. Alguien frente a mí se lo dice al asistente de vuelo que promete reportarlo. Cuando por fin aterriza todos los de mi zona nos levantamos estresados, las puertas tardan en abrirse y empezamos a hablar somos 6 que estamos en ese avión porque hemos perdido una u otra conexión. Los que sabemos menos sobre el aeropuerto de Miami escuchamos las recomendaciones de los que conocen bien el aeropuerto. Por megafonía avión nos informan de las puertas de las conexiones y salimos todos escopeteados.

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Cuarto avión: Lanzadera y carreras para llegar a la puerta correspondiente, ya no hay nadie en la fila para embarcar pero todavía no han cerrado puertas, entro y detrás mío un chico que reconozco de mi avión anterior. 10 minutos después de la salida prevista del avión las puertas siguen abiertas. Llega mi amigo Granadino del Caribe, se sienta a mi lado y por megafonía anuncian un problema con el cierre de la puerta. Ambos nos miramos y nos ponemos a reír por no llorar. Desde el avión puedo acceder al wifi de la terminal y aviso al albergue que llegaré tarde. Finalmente salimos con 25 minutos de retraso. ¿Las maletas? Ni idea. Al menos llevo encima lo necesario para sobrevivir.

Llegada a Washington: Tenía que llegar a las 20h pero son las 00h de la noche. No tengo ninguna fe en ver mi mochila hasta el día siguiente así que me preparo para reclamarla y dejo a mano la dirección donde quiero que la envíen cuando escucho una vocecita que dice: «Aquí, aquí» miro alrededor pero no hay nadie. Sigo mi camino hacia las maletas de mi vuelo cuando escucho de nuevo la vocecita, esta vez me paro y veo a mi lado mi mochila mirándome con ojos lastimeros pidiendo ser recogida. La cojo y le prometo que no la dejaré en otro vuelo hasta Europa. Me acerco al mostrador de la lanzadera que había reservado y no hay nadie pero un conductor me dice que si cambio de terminal hay otro abierto. Entre los ronquidos de una señora me confirman que no hay ningún problema en meterme en el siguiente minibus. Llego a mi albergue a la 1am, la primera cazadora de BtVS me está esperando, con todo el respeto del mundo hacia tan ilustre persona, hago el check in y pago con tarjeta. En este país todo se puede pagar con tarjeta de crédito, hasta puedes comprar un alma nueva con tarjeta. Me da la tarjeta magnética que me abrirá el portal a las habitaciones y la recojo como si fuera la espada de las cazadoras. Subo en el ascensor, abro la puerta de la habitación, busco mi cama y ya está ocupada. Eso de que cazadora sólo hay una en cada generación es la mentira más grande del mundo y no espero que nadie entienda esta referencia *sigh*

Llave de la habitacion

Llave de la habitación

Busco alguna cama libre en la habitación y están todas ocupadas, reviso que no me haya equivocado de habitación. Bajo a recepción, se lo explico a la chica que sube conmigo y despierta a la chica de mi cama que está ahí porque la suya está ocupada. Esto es la versión nocturna del juego de las sillas. Pero como no hay música la recepcionista no quiere jugar y volvemos a bajar, me da otra cama en otra habitación. Subimos las dos juntas para ver si la fiebre del juego de las sillas se ha extendido, la cama está desecha pero todas las chicas se han ido a dormir a su propia cama. Le pregunto si me puedo quedar ahí las dos noches que he pagado y como no está segura volvemos a bajar mientras llama al manager. Al final me quedo en recepción esperando que alguien modere el juego. A las dos de la madrugada ya nadie quiere seguir jugando y por fin subimos a la segunda habitación, ayudo a hacer la cama con sábanas limpias. La chica bajo mi litera es tan maja que se acuerda de toda mi familia, al día siguiente intento no cruzarme con ella en el desayuno por si decide marcarme la cara para el resto de mi vida. Paso olímpicamente del desayuno, demasiado sueño. Tengo que dejar la cama libre a las 11, para que me asignen otra a las 15h. Una chica discute para que le den una cama antes, yo pido cambio para la lavandería. Me dan 10$ en un tubo de monedas de 25cts que parecen un puño americano, ya tengo con que defenderme de la chica bajo mi litera si me la vuelvo a encontrar. Las máquinas lavan mi ropa mientras yo reviso tranquilamente internet con los pies sobre una mesa y el móvil enchufado al cargador. En el sótano sólo se escucha hablar castellano lo que asusta a una asiática que no consigue hacer funcionar su lavadora, después de unos buenos 10 minutos de intentos frustrados bajo los pies de la mesa y con lo que queda del puño americano marcándose en mi bolsillo le pregunto en inglés si necesita ayuda. Me señala la lavadora, la miro, la vuelvo a mirar a ella, vuelvo a mirar a la lavadora, la vuelvo a mirar a ella, me promete que ha puesto las monedas, bajo la mirada a la máquina leyendo el cartelito luminoso, vuelvo a mirarla a ella, levanto una ceja, me devuelve la mirada, me acerco hacia la lavadora que pone «por favor cierre la puerta», cierro la puerta y la lavadora empieza a funcionar. La chica asiática me da las gracias como si le hubiera salvado la vida. Me siento Superwoman, como agradecimiento me da una bolsa gigante de cacahuetes, todo el mundo sabe que a Superwoman se le paga en cacahuetes.

2 respuestas a “México – Washington

  1. asun 15 agosto, 2015 / 2:02 pm

    Una gran aventura ….para recordar con cariño dentro de …..50 años

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  2. Veritas 22 marzo, 2016 / 8:53 am

    Siento un vacío en mi vida desde que no leo tus aventuras por aquí. Veo dos soluciones:
    1. Convierte este blog en un blog sobre tu vida y no exclusivamente de viajes.
    2. Retoma la sana costumbre de escribirme e-mails.

    Love ya!

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